jueves, octubre 11, 2007


Hace unos años cayeron en mis manos algunas fotografías de uno de los cumpleaños de Zavaleta en el bar de mi abuelo, donde solía pasar la mayor parte del tiempo. Aquellas fotografías en blanco y negro, tomadas por un fotógrafo profesional, estuvieron largos años adornando el estante de libros de mi cuarto. Mi primera enamorada las escaneó mal y ésta es la única que conservo. El año antepasado, en diciembre, le devolví las fotos a Zavaleta cuando se celebró el cumpleaños de mi abuelo en mi casa. Lamentablemente, sé que con el estilo de vida que debió haber llevado en sus últimos meses, deben haberse perdido (eran unas fotos muy bonitas). Ahora recuerdo dos cosas de él: cuando hice un informe sobre el bar de mi abuelo el año pasado, lo entrevistamos y él relató la historia del bar y recuerdo que mencionó el auge, los ochentas, en especial el año 86, cuando yo nací, esa fue la época de oro. Luego mencionó la peor época, los noventa, en especial el 92, y recordó haber estado en el local, completamente vacío, con mi papá, escuchando aquel anuncio del ministro de economía donde decía: "que Dios nos ayude". También recuerdo una mañana de verano del año 2002, cuando por ésas cosas del destino yo estaba ahí, en la barra, mientras Zavaleta y otro tipo se servían de aquella leche chocolatada que venden en bolsa para contrarrestar la resaca. ¿Cuántas experiencias perdidas existen tras la muerte? ¿Cuántas escenas gloriosas dejamos tras nosotros? Por eso escribo. Ya. Lo último que quiero decir al respecto es que la primera vez que escribí un cuento, a los 12 ó 13 años, mencioné no sé por qué a Zavaleta (tal vez imaginé que, en efecto, era un personaje que todos conocían) y lo describí como un tipo que paraba siempre en un bar y que, debido a un apagón, salió a buscar velas para alumbrar el local por la noche, cosa que cuando los clientes entraban se daban con un lugar alumbrado sólo por velas, como un velatorio, sí, como un velatorio. (En la foto, Zavaleta es el hombre canoso y de barba, cuando todo era ¿felicidad?)